In Memoriam
Disfruté con pleno agrado el Misterio de la Amistad con Víctor Valencia De Los Santos. Hoy su recuerdo en mi memoria es plácido y festivo, así viví siempre su generosidad y don de gentes. Con los naturales y humanos claroscuros que la condición finita y mortal que lo humano presenta, fue en mi trato de largo tiempo -siempre corto por la brevedad de la vida y lo prodigioso que hay en ella- un excelente y respetuoso Amigo, pícaro y con indudable sentido del humor.
La política en todo momento de su vida joven y adulta fue su pasión, sin duda su prematura muerte trunca la posibilidad de servicio que potencialmente contenía la cantidad y calidad de tiempo que finalmente se cristaliza en mera posibilidad y en el recuento y balance del afectuoso recuerdo, Víctor habita ya en la memoria de los seres humanos que al estar cerca de su presencia en la vida, tuvimos la fortuna de quererlo, memoria que es por cierto una forma de resistir a la pulverización última que la muerte implica.
Quiero dejar en este humilde y muy breve testimonio la percepción que tuve de él como ser humano, lo que generó el cálido y respetuoso trato personal. Siempre sencillo, carismático y popular, ajeno por entero al estilo de alardes que el poder produce en las mentes débiles; jamás perdió la esencia de su origen, sus victorias y descalabros no hicieron mella en su personalidad expresiva, la sonrisa amplia jamás lo abandonó en la comprensión profunda que finalmente desarrolló en torno al prodigio que es vivir.
Afectuoso sin miedo ni pudores acomplejados, siempre supo y pudo manifestar sus querencias y definiciones en torno a la proximidad y la distancia que todo ser humano va ganando y perdiendo en relación a la fragilidad volátil de las relaciones humanas. De manera fundamental, entregado en la madurez de su existencia al amor primordial por su Familia, sabedor que quien la pierde, jamás podrá encontrarse consigo mismo.
Prudente pero amable y generoso con el sentimiento de la Amistad, supo acercarse en lo noble y guardar distancia en lo secundario, la vida le enseñó a respetar la pluralidad y las diferencias que son el fondo mismo de nuestra identidad y razón o sinrazón de ser. Gozaba con verdadero deleite de la carcajada compartida, no escatimó ninguna cuando de hablar de la condición humana se trataba, sin las lógicas ataduras del vínculo político, su cordialidad amistosa era libre.
Juarense de nacimiento y por amor, también por convicción de servicio, seguramente quien decida entrar en la caracterización de su prolongada biografía política, podrá abordar logros y carencias, también valoraciones en cuanto al complejo y rudo mundo de la disputa y ambición por el poder, ese será otro ejercicio a potencialmente realizar respecto a la fecunda vida de Víctor Valencia De Los Santos, nombre personal virtuoso, por cierto.
Ya es personaje, insisto habita en la memoria, tanto en el cerebro como en el corazón, cuando es el caso, como lo es el mío. Mi breve testimonio no es un pésame, la verdad, representa un acto celebratorio del júbilo por el hecho de vivir que tuvo el Amigo desde el momento que recuerdo haber tenido el privilegio de conocerlo, con la fortuna de una empatía en libertad que venturosamente perduró en el contacto personal, sonriendo con picardía y buen humor, así será mi personal manera de significarlo en mi memoria.
Finalmente, desde esa memoria le hablo: “…Mi querido Víctor, gracias por compartir el noble y privilegiado Misterio de la Amistad…”
Sergio Armendáriz
Comunicador en Radio, TV, Prensa Escrita y Portales Electrónicos. Académico Universitario. Funcionario Educativo. Miembro Consultivo en OSC.
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