Originalmente publicado el 6 de diciembre de 2016
Las facultades intelectuales dignifican el impulso de los instintos en la relación del hombre con la naturaleza. Pero, el mal uso y aplicación de esas facultades ha resquebrajado esa relación vital de dependencia del hombre: la naturaleza es indiferente con el hombre.
Si el hombre obedeciera únicamente a los impulsos de los instintos, ajustaría con certeza su conducta a los dictados y transformaciones de la naturaleza. Sin embargo, en la búsqueda de dignificar su conducta instintiva el hombre utiliza sus facultades intelectuales de manera inadecuada en esa vital relación, confundiendo el egoísmo y la ambición con la inteligencia y la razón.
En consecuencia, las condiciones fracturadas del aprovechamiento por la humanidad de los recursos naturales, requieren de la inmediata intervención de la filosofía a fin de que los orígenes tengan cimiento con el uso de la razón, erradicando el egoísmo y fortaleciendo los fines con la aplicación de la inteligencia, desalentando la ambición.
Al contrario, los Organismos Internacionales incentivan múltiples proyectos para sanear y aliviar, en lo posible, esta falla del hombre. Organismos que tutelan con disimulo los intereses políticos y económicos que solventan el aprovechamiento sin medida justa de los recursos naturales. En consecuencia, la intención de solución proveniente de estos organismos no es legítima, por fingir su objetivo de sanar la relación del hombre con la naturaleza y así obedecer a intereses ajenos y extraños.
Aunando a lo anterior, las sociedades occidentales, dominadas por el materialismo están sometidas a los mecanismos productores de recursos económicos y ajustan su actividad a la explotación ilimitada de los recursos naturales.
Es pues, casi imposible, que estas sociedades busquen la solución, a la incapacidad del hombre para relacionarse con la naturaleza, en las ideas, en los principios fundamentales, en la reflexión, en el análisis puro, en la filosofía total: esto les parece inútil e hilarante.
No olvidemos que la filosofía es la reflexión individual para buscar las respuestas a preguntas simples, ordinarias y personales e indagar también las respuestas a esas preguntas absolutas, generales y extraordinarias.
Analicemos dos aspectos, el primero es el fundamento de la relación del hombre con la naturaleza: la razón.
La razón es la facultad que tiene el hombre de armonizar su pensamiento, su conducta con la naturaleza y la esencia de las cosas. El hombre solo puede vencer a la naturaleza obedeciéndola: si no la obedecemos toda su enorme fuerza traerá destrucción. La única forma de obedecer a la poderosa naturaleza es que el hombre con su actividad utilice con exactitud y precisión cada elemento de la naturaleza que pretende aprovechar. Si no es así, si emplea de manera equivocada un elemento de la naturaleza, esta, sin contemplaciones reaccionara con fuerza y traerá destrucción.
El segundo es el egoísmo humano, el cual ha cancelado el uso de razón. La actividad del hombre se basa en el interés político y económico.
El hombre tiene el derecho natural y legítimo de aprovechar los recursos naturales para la satisfacción de sus necesidades primarias, con la condición de usarlo con justa medida, es decir, única y exclusivamente para solventar sus necesidades naturales.
El egoísmo del hombre sustentado en intereses políticos y económicos, está violando e incumpliendo esa relación originaria con la naturaleza. Las consecuencias de esta conducta irracional del hombre no es la destrucción de la naturaleza, es al contrario, la destrucción del hombre por la naturaleza.
Los métodos y sistemas ya empleados en aliviar esta relación deteriorada han fracasado y continuaran fracasando; el motivo, son proyectos de los intereses políticos y económicos que provocan esta mala relación.
Ya las pretendidas soluciones basadas en recursos económicos no funcionaron. Es menester reflexionar y reconocer la profunda necesidad que el hombre tiene de la razón como herramienta para construirnos un hogar cómodo junto a nuestra madre: la naturaleza.
Guillermo Chávez
Abogado. Filósofo. Columnista.
Buen amigo y consejero, entusiasta. Publicamos cada semana tu columna, en tu espacio en tu memoria.
Descansa en Paz.
Hasta pronto querido amigo.